ENTREVISTA A MINISTRO DE EDUCACIÓN
Ministro de Educación. Desempeñó cargos gerenciales en el Banco Mundial. Doctor en Economía por la universidad de Columbia.
Jueves 5 de diciembre. Hay una protesta pequeña en las puertas del
Ministerio de Educación. Son unas treinta personas que representan a la
Federación Nacional de Auxiliares de la Educación del Perú (Fenaep), que
hacen sonar una ruidosa bomba de aire y corean lemas a todo pulmón.
Pese al calor del mediodía, el grupo no se desanima. Sin embargo, sus
esloganes se oyen apenas en el piso 12 del edificio del ministerio,
donde está el despacho de Jaime Saavedra, titular del sector. El
ministro anda concentrado en dar respuesta a todas las interrogantes que
han surgido después de que se conocieran los resultados de la prueba
PISA, en la que los escolares peruanos quedaron en el último lugar en
razonamiento matemático y comprensión de lectura, dentro de un universo
de 65 países. Ayer, Jaime Saavedra tuvo que responder alguna de estas
preguntas en Palacio de Gobierno, ante el presidente Humala. Hoy,
continúa con su ritmo frenético. Solo se detiene a veces, para beber
Coca Cola, uno de los pocos vicios que se permite en horas de trabajo.
El mismo día que se difundieron los resultados de la prueba PISA se supo
que el Perú había sido elegido como el primer destino gastronómico del
mundo, ¿ha pensado en ese contraste?
(Sonríe) Eso de la gastronomía lo vi un poco más tarde, porque estábamos
lidiando con los resultados de la prueba. Pero, poniendo las dos cosas
juntas, lo que esto muestra es que el país tiene muchísimo potencial. La
gastronomía es una cosa, tenemos que explotarla más. El turismo es
otra, todo lo que tenemos para enseñar en términos de arqueología e
historia, todo eso está bien. Pero otra cosa para desarrollar son
nuestros recursos humanos.
Claro. Lo que habría que preguntarse es qué ha pasado con este país que
tiene un crecimiento económico importante pero ha descuidado totalmente
su educación...
Esta es una cosa de décadas. Y si bien se han dado progresos, han sido
lentos. Y lo que vemos ahora con la prueba PISA es que no podemos estar a
la zaga de los países industrializados o los países de ingresos medios,
que son con los que nos estamos comparando. No nos estamos comparando
con países pobres sino con países ricos. Y los ocho países de
Latinoamérica que participan en la prueba son los de mayor ingreso en la
región. Es correcto compararnos con ellos, si no invertimos más y
mejor, en nuestro capital humano, vamos a tener problemas de
competitividad en el futuro. El problema ahora es de velocidad. Hay
mejoras, pero no al ritmo que necesita el país. Y ahora no tenemos la
excusa de que no hay plata.
Nos hemos medido con países ricos, que pueden triplicar el PBI del país, ¿eso quiere decir que ya esperaban un resultado negativo en la prueba PISA?
Hubiera sido muy raro encontrar otros resultados, era muy difícil. Los
resultados de PISA son consistentes con las evaluaciones censales que
hacemos. La última, de 2012, revela que entre los chicos de segundo
grado (de primaria), solo el 13% tiene el razonamiento matemático que
debe tener para esa edad. Y solo el 30% tiene el nivel de comprensión
lectora ideal. Lo que ha pasado con los chicos de 15 años que han sido
medidos con PISA es consistente con eso.
¿Y estos resultados no se van a mantener? Se lo digo porque nos
estamos comparando con países como Chile, que destina más del 4% de PBI a
educación, mientras que nosotros no alcanzamos el 3%...
Sí alcanzamos el 3%, pero es cierto que se necesita un cambio dramático,
que no va a tener resultados rápidos. Por más que hayan mejoras, si se
vuelve a tomar una prueba a los chicos de quince años, de aquí a dos
años, la cosa no cambiaría. Esos chicos ya han vivido una década de una
educación que no es de buena calidad. Ahora, los países que están en la
prueba PISA gastan el 5 o 6% de su PBI en educación, además que tienen
una secundaria a tiempo completo. Y nosotros tenemos una secundaria en
la cual los chicos están en el colegio cuatro horas y media.
Ministro, me habla de un tema de velocidad, de un proceso que va a ser lento. ¿Cuán lento va a ser? ¿Cuánto podríamos demorar, por ejemplo, para ubicarnos en la media de la prueba Pisa?
No sé, yo creo que pueden ser quince años, dos décadas. Pero se puede
hacer. Hace treinta años, o cuarenta años, Corea del Sur era un país
pobre. Hace treinta años, Finlandia no estaba en los mejores lugares de
la prueba de aprendizaje, estaba en la cola. Se puede hacer, lo que no
podemos decir es que todo va a cambiar en dos años.
Entonces la mayor dificultad que van a tener es en pedir paciencia a la población.
Sí, la gente tiene toda la razón de ser impaciente, pero tenemos que ser
realistas. El punto central es que las políticas que se implementen
cuenten con un acuerdo político, de tal manera que se mantengan en el
tiempo. Le pongo un ejemplo: la universalización de la Educación Física.
Ya hemos empezado, hemos puesto 70 millones de soles este año. Y la
idea es volver a tener cinco horas de educación física (a la semana),
como tuve yo cuando era chico y estaba en el colegio.
¿Era bueno en Educación Física ministro?
(Se ríe) No, no, era muy malo. Todos mis amigos de colegio se preguntan:
"A este pata qué le pasa que está diciendo que debe regresar la
Educación Física". Pero igual hice algo, mi taburete y salto largo. Y
eso es lo que se tiene hacer. Para esto de la Educación Física tenemos
que invertir en formar nuevos profesores, en infraestructura, y esto va a
demorar. Esto no se va a dar en un año. Quizá en seis años. Lo tengo
claro. Esto no lo va a acabar este gobierno. Lo de la secundaria
completa y la infraestructura tampoco.
A ver, está siendo totalmente honesto. Está diciendo que tener listo lo
de la Educación Física puede tomar seis años, y que lo de un horario
ampliado para la educación secundaria demorará más, ¿usted cree que la oposición va a entender su posición o por el contrario va a usar su honestidad contra usted?
Pero es que hay que avanzar de manera realista. Hablemos de
infraestructura. Allí nos falta avanzar muchísimo en escuelas de zonas
rurales y áreas dispersas, en colegios grandes de capitales de
provincia, en mantenimiento. Este año hemos puesto 280 millones de soles
para mantenimiento, pero tenemos que asegurar que eso se repita todos
los años. Luego debemos establecer un paquete mínimo, que puede incluir
piso y techo adecuados, Internet, saneamiento y biblioteca. Y en cinco
años, una vez definido ese paquete, debe llegar al 100% de escuelas.
Francamente no creo que haya alguien que esté en desacuerdo con esto del
paquete mínimo.
Ayer (miércoles) hubo Consejo de Ministros, ¿qué le ha dicho el presidente Humala sobre los resultados de la prueba PISA?
Bueno, tuvimos la misma reacción. Los dos dijimos: "Acá tenemos un
problema". Y sí, tuvimos una conversación larga sobre las consecuencias
de la prueba. No porque, como usted decía, los resultados fueran una
sorpresa. Nadie pensó que éramos primeros y resultamos últimos, pero sí
nos hemos preguntado cómo usar esta campanada de alerta para avanzar más
rápido.
¿Y hubo algunos jalones de orejas en el Consejo de Ministros por lo de PISA? Quizá al ministro de Economía, o a otro de sus colegas.
No, no los hubo, y no hubiera tenido sentido que se dieran. Esto no es
una responsabilidad de este gobierno, sino de nosotros como sociedad,
que en los últimos 40 años no hemos avanzado lo suficiente y no hemos
puesto el suficiente esfuerzo en el tema educativo.
La difusión de la prueba PISA casi coincidió con el cierre del CADE, y
en esta reunión muchos empresarios, como Susana de la Puente, expresaron
su interés de invertir en educación, en el nivel escolar, ¿es la inversión privada la que nos puede sacar del lugar en el que estamos?
Yo creo que tenemos que utilizar al sector privado para mejorar la
calidad de la educación pública. Hay muchos espacios para hacer eso. Por
un lado, en el mismo CADE se plantearon propuestas muy específicas de
capacitación a docentes y directores. El punto central es apalancar este
interés del sector privado para que sean parte de un todo integral. Hay
que explorar un proyecto de asociación público privada no solo en la
educación básica, sino en la educación tecnológica. Y eso ya existe. El
mejor ejemplo es Fe y Alegría, que tiene escuelas públicas con un
excelente desempeño.
Ahora, la otra cara de la moneda es que hay inversión privada, por
ejemplo en conos de Lima, donde el nivel es muy pobre y la educación
pública es mejor. Queda claro, entonces, que la inversión privada no es
garantía de que el nivel educativo será mejor.
No, no es garantía como usted dice. La heterogeneidad es muy grande en
la calidad de la educación privada. Hay educación privada de altísima
calidad, de élite, que se puede comparar con los mejores colegios de los
países desarrollados, y también hay educación privada de mala calidad.
Lo que sí es cierto es que en el promedio, la educación privada es mejor
que la educación pública. Y por eso, muchos padren deciden pagar por
esa etiqueta.
A pesar que la etiqueta puede terminar siendo un espejismo.
Sí, puede ser un espejismo. Pagas 200 soles por una educación que
probablemente no sea mejor que la educación pública gratuita, donde
también hay heterogeneidad. Por eso son muy importantes nuestras propias
evaluaciones, que nosotros hacemos llegar a todos los niveles. Al final
los padres de familia pueden comparar el desempeño de los diferentes
colegios. Es un elemento de información. Esta expansión que se ha dado
en la inversión en escuelas privadas no es un desarrollo necesariamente
bueno. Sería bueno si todas las escuelas privadas fueran buenas. Pero
como no todas lo son, esto no es algo que necesariamente sume.
¿Cómo se lleva con su colega Miguel Castilla, el ministro de Economía?
(Se ríe) Muy bien.
Se lo digo porque estuve leyendo una columna publicada por León
Trahtemberg en la revista Poder. Él tiene la sensación de que mucho de
lo que pasa con la educación ocurre por la falta de compromiso del
ministro Castilla con este sector. Que él está más preocupado por sus
índices macroeconómicos. ¿Usted tiene la misma sensación que Trahtemberg o sabe algo que nosotros no sabemos?
(Se ríe) No, no. No sé si yo sepa algo que ustedes no saben. Lo que pasa
es la misión de todo ministro de Economía es mantener el equilibrio
fiscal y él tiene que asegurarse que no gastemos más de lo que
recaudamos. Ese es su trabajo. Para eso le pagamos, usted y yo con
nuestros impuestos. Otra de sus misiones es asignar recursos de un
sector a otro. Pero ahora no tiene ningún sentido que le pida más
recursos porque, en el mejor de los casos, vamos a terminar ejecutando,
el 80 de nuestro presupuesto. Lo primero es aprender a gastar bien.
Y si tenemos estos niveles de ejecución tan bajos, ¿cuándo podremos
destinar realmente el 6% de nuestro PBI al sector educación, que es lo
que está escrito en el Acuerdo Nacional, pero que sigue siendo letra
muerta?
Yo espero que no sea letra muerta por mucho tiempo. Pero el punto es el
siguiente. Si usted ve la senda que siguen los países, uno se da cuenta
que a medida que sube su PBI per capita, va aumentando el porcentaje que
se destina a la educación. Entonces, si nosotros seguimos creciendo a
tasas de 6 o 7%...
Este año no va a pasar eso.
Este año no. Pero el punto es que el promedio de la década es ese
porcentaje. Entonces, los países crecen y a medida que lo hacen destinan
más a su educación. Y si no lo hacen, no van a tener mayor crecimiento.
Vi que escribió un informe para el BID en el 2000. Se llamaba 'La
carrera del maestro'. En una de las conclusiones de este informe usted
advertía que la falta de autonomía de los directores de escuelas
públicas impedía el desarrollo de los maestros. Los directores
terminaban siendo rehenes en sus colegios que no podían evaluar,
contratar ni despedir.
Eso se mantiene en gran parte. Y esto tiene que cambiar. Y esto va a
implicar cambios en la normatividad. Finalmente, la personalidad de una
escuela viene del director. Allí requerimos dos cosas: una es
seleccionar a los mejores directores .
Pero si no pueden hacer nada, si están atados de manos, de qué sirve eso.
Espérate pues. Luego de seleccionarlos, la idea es darles herramientas. Y
algunos ya lo están haciendo. Acabamos de premiar a cinco directores de
escuelas rurales que han hecho innovaciones interesantes y que además
han involucrado a los padres en el proceso educativo.
“ESPERO QUE EL SUTEP SEA NUESTRO SOCIO EN ESTE PROCESO”
En el informe que hizo para el BID, decía que esta falta de
empoderamiento de los directores se debía al concepto de estabilidad
laboral de los maestros.
Eso ya no es tan rígido. Lo que debemos hacer ahora es avanzar en la
revaloración de la carrera docente. Eso implica que los docentes sean
permanentemente evaluados y que mejoren sus remuneraciones en función de
esa evaluación. La idea es mantener la carrera meritocrática, que
empezó con el ministro (José Antonio) Chang, siguió con la ministra
(Patricia) Salas y que nosotros vamos a mantener.
Hablando de meritocracia, ¿cuál va a ser su relación con el magisterio? Parece
ser que no existen matices en la relación del ministro de educación con
el SUTEP, o se choca con ellos o se les convierte en aliados.
Yo espero que sí hayan matices, que cada uno cumpla el rol que debe
tener, y que al mismo tiempo seamos socios en este proceso. Tuvimos una
reunión con ellos, con toda su dirigencia la semana pasada. Estuvo Hamer
Villena (secretario general del SUTEP) y el resto de sus dirigentes
nacionales, plantearon sus demandas, muchas de las cuales son justas,
algunas se van a atender.
¿Hubo coincidencias?
En lo que coincidimos es en que se debe mejorar la calidad de la
educación pública. Y al mismo tiempo planteaban tener más y mejor
capacitación. Eso muestra a un sindicato que reivindica sus derechos
laborales, pero también le interesa asegurar las condiciones adecuadas
para su desarrollo profesional.
Ministro, ¿usted es un hombre de derecha o tiene simpatía por la izquierda?
Mira, ahora es mucho más difícil saber qué cosa es ser de derecha o de izquierda.
¿Cómo se califica usted?
Yo me califico como un ministro que ha trabajado mucho tiempo en los
temas sociales, educativos y de pobreza. He trabajado en temas de
desigualdad y de distribución del ingreso. Creo que es absolutamente
crítico reducir la desigualdad de oportunidades que existe en el país.
El primer plan de gobierno del presidente Humala hacía un diagnóstico
del sector salud y educación. En un párrafo ofrecían que la salud y la
educación "dejarán de ser lucrativos negocios que excluyan a las
mayorías del país". ¿Cumplirán esta promesa o ya no tendrán tiempo?
Mire, el punto no es que sea un lucrativo negocio.
¿No lo es?
No. Eso es poner una etiqueta, como si todo lo privado fuera
necesariamente malo. Como le he dicho, hay educación privada, con fines
de lucro, de excelente calidad. Y ese debe ser el norte.
Fuente: La República
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